A mi familia elegida

 

A pesar de que han tenido un papel protagónico en mi vida, no había dedicado de manera formal, un escrito a quienes han significado uno de los ejes que equilibran mi ser: mis amigas y amigos.

No soy de esperar días especiales, cuando quiero uno, simplemente hago que lo sea,  así que con frecuencia de manera particular, sin que tenga que haber una razón especial, les he expresado mi cariño, mi afecto y lo importante que son para mi.

Quiero agradecerles a  cada una de las personas que tengo el privilegio de llamar AMIGA/O. Porque son el abrigo que mantiene mi alma y mi corazón confortados, porque retan mis ideas y pensamientos y me hacen ser cada día mejor ser humano. Porque he aprendido a tener el corazón en diferentes cuerpos.

La amistad, esa que te hace sonreír con tan solo pensar en ella, es aquella que traspasa tiempo, espacio, distancia. En la que cada encuentro es una fiesta, cada palabra es justa, cada momento mágico.

Han sido  cómplices de mis sueños, mis locuras, poemas, canciones, proyectos y amores. Han sido los brazos que me sostienen cuando ni yo misma podía conmigo, mis pies cuando no podía seguir, las palabras de aliento, pero también las que me hacen ver aquello que a veces no quiero ver. Quienes comparten mis logros y éxitos, quienes me curan las heridas cuando he caído (siempre listo el Galón de “mentiole” ), el consuelo en el dolor, en las decepciones, en las rupturas o simplemente en un mal día.

Las risas sin fin, las historias compartidas, los chistes internos, las aventuras, las locuras, las cenas, los cocinaos, las playas, los karaokes aguantando mis gallos y las canciones de antaño.

Cada una y uno de ustedes, los larga data en mi vida, mis amigas y hermanas  de infancia, quienes has llegado después, los que se han incorporado al tren en el camino, mis compañeros de pasión: de poemas, de proyectos y trabajos, de fotografías y de natación.

Son ustedes quienes a lo largo del camino han dado color a mi sonrisa. Gracias por ser y estar.