domingo, 27 de noviembre de 2016

El beso



El Beso 
(Gabriel Reyes, Chileno) 

Tu beso, 
agua cristalina, 
perdida como una gota entre la arena. 
Llegó como un naufragio 
hasta el abismo ronco de mi pecho marino. 

Vino desde el fondo de la noche 
de raudales, de remolinos infinitos 
reclamando mi boca de naranja. 

Tu beso fue cómplice a la hora de todos los silencios 
(encantamiento anidado en la cintura del éxtasis). 

Fue delirio junto a mi corazón sediento 
y martirio en la roja caverna de tu boca ausente. 

Fue sublime, frágil, 
tan ligero como un niño descalzo. 

Tu beso caminada por mis manos, por mi cuello. 
iba por mi espalda como el río por la roca, 
feroz, multiplicadora, embrionaria, 
abrasadora, desde el lecho materno de la espuma 
hasta el cielo iluminado de la nube. 

Tu beso se abrió paso entre mis ramas, mi follaje 
por mi corteza oscura de hojas amarillas, 
mis raíces apretadas de humus nocturno. 

Tu beso, nuestro beso, 
ambos lo tramamos como un complot definitivo. 

Nunca tanta prisa, 
tanto rocío sigiloso en la vigilia, 
nunca tan eximio marinero, 
cuajado de tesoros y de arena. 

Navegante nocturno buscando el tibio faro de tu boca, 
asiladora, breve, como una chispa herida 
fulgurando en medio de la noche. 

Allí nos fuimos despojando las corazas, 
con la luna, con la noche, 
con la furia del Petrohué recién amanecido, 
para mirarnos sigilosos, desarmados, 
sedientos, lúdicos, eternos y guerreros 
sin más armas que el latido apurado de las bocas, 
sin más fuerza 
que el calor 

de los sentidos.