De pronto un suspirar se
desliza furtivo sin que pueda detenerlo, y las memorias llegan e irrumpen con
vehemencia.
La tranquilidad y los
pensamientos se desvanecen.
El cuerpo despierta de un
letargo ancestral que espera silente el encuentro final.
Y en un lenguaje sin palabras
ni insinuaciones expresa un deseo que no dice más. Las miradas hablan, los roces
se cuentan, todo lo que los labios se han empeñado en callar…
Llegas y me sorprendes, con
una mirada capaz de leer mi alma, una sonrisa que ilumina el más gris de los días,
y un roce de pieles, sutil, casual, con el poder de estremecer la fibra más íntima
del cuerpo.
La seducción de compartir una atracción
silente, un deseo que no se expresa, pero que está latente de manera infalible.
Una afinidad natural, un
anhelo constante de cercanía matizado por el temor de la llegada.
La incertidumbre de la espera
disfrazando la agitación del encuentro,
la magia de lo imaginado, el contraste
de la realidad …
SUEÑO
En la oscuridad del sueño un
deseo palpita
De un alma sin dueño que
anhela conquista.
Que espera con ansia el arado
en su carne,
Que queme la distancia con una
piel que arde.
Palmo a palmo recorrer la
dureza del camino
Y enseñarte a suspirar y
embriagarme de tu vino.
Quiero temblar en el silencio
de este tormentoso sueño
Y hacer vibrar cada espacio,
cuando por fin seas mi dueño.